UN CRACK

Focus: Política
Fecha: 09/03/2024

Tiene muchas interpretaciones, pero nos quedamos con la que se refiere a una persona que destaca extraordinariamente en algo. A mí me gusta darle una dimensión estadística y por eso me refiero a estos tipos inclasificables como que están “más allá de tres sigma”, símbolo que podemos considerar como un grado máximo de desviación respecto a la media de la población.

Hacía unos tres años que no tenía la ocasión de tener con él una conversación privada, como hemos tenido ahora a petición suya. En este tiempo ha sufrido un percance de salud a nivel personal, que ha estado acompañado por otro a nivel de un familiar muy próximo.

Ha empequeñecido, le falla la audición y se mueve con ligeras dificultades, pero tiene la mente despierta y mantiene su interés por la vida y las cosas.

Tiene sobre la mesa algunos papeles míos y es por ello que me ha citado. Le dejo un ejemplar de mi libro Memorial per als desmemoriats”.

Le recuerdo que no le voté nunca, cosa que él ya sabe y sobre la que no volvemos a hablar. Muchas veces he pensado que no lo voté porque no me gustaban algunas de sus para mi “malas compañías”, en particular las de unos tipos asociados que se habían hecho con el poder de una marca política histórica y que siempre han jugado sucio.

Me dice que él es un hombre “antiguo”, atributo que yo refuto. Me cuenta que las nuevas tecnologías, los algoritmos y la inteligencia artificial quedan lejos de su conocimiento.

Hablamos de cosas diversas. Sobre la decadencia de Europa (eso lo afirmo yo), sobre la nueva centralidad en el sudeste asiático, sobre la coyuntura norteamericana, sobre la guerra de Ucrania, sobre el peso geopolítico de Rusia, sobre la economía mundial. Quiere saber mi opinión para contrastarla con la suya. Es inteligente y rápido. No se le escapa una, aunque en ocasiones haga ver que no se ha enterado de mi posicionamiento. Es por ello que me lo hace repetir.

Utiliza el latiguillo de la edad (“tengo 94 años”), en un gesto donde se mezcla el orgullo de su formidable construct intelectual con su no disimulada vanidad y su trabajado sentido del humor.

Me pregunta sobre mi familia (una hija, un nieto), lo que nos lleva a hablar de la demografía catalana y de su antiguo llamado a las mujeres catalanas para que tuvieran más hijos.

De lo anterior saltamos al problema migratorio, sobre el que yo señalo nuestra incapacidad para controlarlo, gestionarlo e integrarlo gradualmente por no contar con un Estado propio. De ahí surge otro de sus corrientes latiguillos (“Yo no soy independentista”). Él ya sabe que yo sí. Dejamos el tema para otros encuentros. Mi hipótesis al respecto es que si tuviera algunos años menos también lo sería. No creo que con su declaración (que es sobradamente conocida) justifique no haberlo sido antes. Casi nadie lo era.

Hablamos sobre la envidiable situación del País Vasco en términos económicos-fiscales y financieros. Coincidimos en las razones de todo ello y también en los agentes y mecanismos que impidieron en su momento que Catalunya gozara de un proyecto similar, ajustado a su realidad histórica, económica y poblacional.

Me repite varias veces que uno de sus hijos (que fue alumno mío hace muchos años) me tiene en un pedestal. Yo le contesto que me bajé hace tiempo y prefiero trabajar a ras de tierra. Es cierto en cualquier caso que fue su hijo quien propició en origen estos encuentros.

Hacía tiempo, mucho tiempo, que no tenía una conversación tan interesante, tan estimulante y tan variada. Este hombre es y continuará siendo, hasta que la vida diga basta, un activo formidable para nuestro país (Catalunya). La mediocridad dominante en la clase política catalana actual y la presión jurídico-mediática de la alianza canallesca española impiden escuchar la voz de un hombre sabio, que además estaba orientado a la acción y que por ello nos ha dejado una obra importante en todos los ámbitos.

No es de extrañar que en su larga etapa como líder político obtuviera el apoyo de grandes mayorías. Sabía acercarse a la gente como nadie y continúa sabiéndolo hacer. Bajaba el listón para parecer uno de ellos porque conocía el principio que dice que “la similitud percibida mejora la atracción”. Trataron de hundirlo porque se negó a colaborar con las fuerzas de ocupación, contencioso en el que se mezcló el odio del nacionalismo español (“enano habla castellano”) con la envidia de la izquierda caviar catalana que, en su vuelo gallináceo, lo consideraba un representante de la derecha burguesa, retrógrada y aldeana.

Pues “Fuck you”. El ciudadano Jordi Pujol i Soley, a sus noventa y cuatro años, sigue en plena forma. Es un crack. Y ahí está.

 

 

Alf Duran Corner

 

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